La burocracia en los centros




Víctor José Sanz Gómez
Inspector de Educación

En una de sus acepciones, el diccionario de la Real Academia Española define ‘burocracia’ como la “administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas”. Sin duda, del papeleo y las formalidades superfluas nos quejamos con frecuencia todos los docentes, cualquiera que sea el cuerpo al que pertenezcamos o la etapa educativa en la que impartamos clase, incluidos los inspectores.

En buena medida la queja está justificada. Son muchos los documentos que un docente de a pie, mucho más el equipo directivo, debe cumplimentar para cumplir con la normativa. Y parece que cada curso es más el papeleo y menos el tiempo que nos queda para dedicarnos a actividades que redunden, de verdad, en la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje. Por traer a colación un ejemplo relativamente reciente, he oído a bastantes profesores quejarse de que las Instrucciones de la Dirección General de Educación Secundaria, Formación Profesional y Régimen Especial, de 4 de marzo de 2024, por las que se establecen los modelos de registro de las medidas ordinarias y específicas adoptadas para el alumnado de los centros que imparten Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, con todos sus anexos, exigen que el profesorado dedique tiempo y esfuerzo a la cumplimentación de documentos de muy escasa utilidad. Como ejemplo mencionan el anexo II.a de las Instrucciones, “Registro de medidas educativas ordinarias para la atención a las diferencias individuales del alumnado”, que el tutor debe elaborar para el jefe de estudios, como si este no conociera su contenido e, incluso, no lo hubiera determinado al tomar decisiones en el procedimiento de confección de horarios.

También he oído a muchos docentes, algunos de ellos directores, quejarse del trabajo que supone la redacción de documentos institucionales como las programaciones didácticas, la Programación General Anual, el Documento de Organización del Centro.

Para reducir el tiempo que las tareas meramente burocráticas exigen, disponer de buenas herramientas informáticas es imprescindible

Yo en parte, solo en parte, estoy de acuerdo con estas quejas. Es cierto que a los equipos directivos se les pide en ocasiones cumplimentar documentos para proporcionar datos que la Administración educativa puede obtener mediante el buen uso de las aplicaciones usuales, como Raíces. También a los profesores se les exige o se les recomienda que cumplimenten cada vez más documentos. Un ejemplo de recomendación lo tenemos en las actas de las reuniones de los tutores con las familias de sus alumnos. No son obligatorias, ahora bien, dependiendo de con qué familias tengamos que reunirnos, las actas pueden ser muy útiles.

Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con otras quejas. A mí juicio, muchos de los documentos institucionales, que los docentes consideran mera burocracia, son verdaderamente necesarios. Es el caso de las programaciones didácticas. Es cierto que algunos de sus elementos, como los criterios de evaluación y en su mayoría los contenidos, vienen dados por el decreto mediante el que se establece el currículo, por lo que su inclusión en la programación resulta superflua. Otros contenidos, en cambio, deben ser acordados por el profesorado de cada ciclo o departamento, cada curso, en función de las características del alumnado y del profesorado, etc. La secuenciación, la determinación de los instrumentos de evaluación que se van a emplear, de los criterios de evaluación, en gran medida de la metodología… deben ser diseñados por el profesorado. Y, por supuesto, lo establecido en la programación debe ser, en primer lugar, conocido, y después cumplido.

Para reducir el tiempo que las tareas meramente burocráticas exigen, disponer de buenas herramientas informáticas, que además funcionen bien siempre, es imprescindible. Raíces puede ser esta herramienta. Cada día tiene más utilidades y, si los centros tienen actualizados los datos, permite a la ­Administración conocerlos sin necesidad de exigir más papeleo. El problema es que en muchas ocasiones (final de curso es la prueba) la aplicación no soporta la carga de tanto centro.

Adscrita a la Consejería de Educación, Ciencia y Universidades está la Comisión de Digitalización de Educación, órgano de coordinación entre la Consejería de Educación, Ciencia y Universidades y la de Digitalización. La Comisión debería emplearse en que Raíces y otras aplicaciones contribuyeran a disminuir la carga burocrática de los docentes. Algo hemos avanzado en este terreno. En los Servicios de Inspección se ha avanzado bastante en los dos últimos cursos y en los próximos el avance puede ser realmente significativo en la automatización y semiautomatización de las tareas más burocráticas. Esperemos que lo ocurrido en la Inspección sea la punta de lanza de la semiautomatización de las tareas burocráticas que desarrollamos los docentes.

Por último, otra causa del aumento de las tareas burocráticas (y no solo burocráticas), son los cada vez más numerosos protocolos que los centros deben abrir, relacionados con ámbitos a veces muy alejados de lo estrictamente docente. Pero, en fin, esa es harina de otro costal, que ocasión habrá de abrir.