Los patios, más que un espacio de juego




Mª Jesús Álvarez Núñez
Secretaria de Comunicación de ANPE-Madrid


CALEFACCIÓN en invierno, aire acondicionado en verano, iluminación artificial casi siempre… Nos arriesgamos a quedar atrapados en un mundo artificial y cómodo, pero monótono y aburrido (además de caro y contaminante).

Dentro del edificio, mirando hacia arriba, se ve el techo y los fluorescentes. En el patio, mirando hacia arriba se ve el cielo en continua evolución: todo tipo de nubes que se trasforman, el sol que nos deslumbra o que, débil, nos mira detrás de la cortina de las nubes, un pájaro que pasa, una estrella, un avión...

El patio es el espacio donde los niños deberían actuar de manera más libre y entre iguales, que desempeña un papel fundamental en la socialización y sirve directamente para desarrollar su personalidad.

La infancia es una etapa crucial en el desarrollo humano. En ella los niños están sometidos a continuos cambios biológicos (crecimiento y desarrollo somáticos), psicológicos (maduración intelectual y afectiva) y sociales (autonomía, responsabilidad, ampliación del círculo de relaciones, etc.), que van a condicionar su salud o la aparición de enfermedades en la infancia y la etapa adulta. Las características espaciales y ambientales de los ámbitos se desenvuelve la infancia, –los centros educativos, el barrio y la ciudad– condicionan, potencian o retraen la evolución de los niños generando un impacto en su salud y su desarrollo.

Intervenir en los patios escolares y sus entornos ofrece grandes oportunidades para abordar los retos sobre salud y desarrollo infantil a los que nos enfrentamos (sobrepeso, diabetes o trastorno del comportamiento, por citar algunos).

Los entornos escolares constituyen espacios claves para el cuidado de la infancia, pues asumen un enorme protagonismo en sus vidas, no solo por el número de horas que permanecen en los mismos, sino por su importante papel como espacio educativo y socializador, el cual se hace extensivo también a los propios vecinos de los barrios donde colegios se encuentran ubicados.

Un elemento fundamental de esos entornos escolares es la configuración de sus patios escolares. Qué elementos los definen y cómo están distribuidos son factores que terminan repercutiendo en la salud y el bienestar de la comunidad educativa y condicionan enormemente los distintos usos que de esta zona puede hacerse, como espacio lúdico, deportivo, curricular y de socialización, desde donde también poder transformar las relaciones de género que se perpetúan en nuestra sociedad y se reflejan desde la infancia.

Un porcentaje de conflictos muy elevado parte de los tiempos que el alumnado pasa fuera del aula, especialmente en el recreo

Es una preocupación actual y reiterada dentro de la convivencia escolar, el tiempo de ocio que el alumnado de los diferentes centros escolares pasa como gran comunidad que se relaciona e interactúa en muchas ocasiones desde el conflicto. No es nada nuevo el hecho de que un porcentaje de conflictos muy elevado parte de los tiempos que el alumnado pasa fuera del aula, especialmente en el recreo. El hecho de gozar de cierta libertad a la hora de socializar, de jugar de un modo no dirigido, de comportarse fuera de las normas que competen únicamente al aula, de tener espacios poco atractivos para interaccionar hace de los patios de recreo un hervidero de posibles conflictos. Es por este motivo que recientemente han surgido nuevos modelos pedagógicos en torno a este tiempo de ocio y libertad, para que, el juego libre no desemboque en la pérdida de habilidades sociales necesarias para que la convivencia pacífica sea respetada.

Por suerte, en la actualidad muchos colegios están apostando por el desarrollo de patios dinámicos, inclusivos, que permiten romper con los roles esperados para cada género, y ofrecen posibilidades y alternativas a los alumnos, buscando compartir los espacios disponibles y haciéndolos atractivos y cuidados en la oferta de actividades diversas y su estética.

En la mayoría de los casos, no es necesario un presupuesto elevado, para activar o repensar un espacio, es sólo cuestión de actitud muy creativa, verdadera implicación y gran interés por mejorar las condiciones preestablecidas, saliendo así de ese gris hormigonado.