Propuesta de desarrollo del pensamiento divergente en el aula de Educación Infantil


 

Propuesta de desarrollo del pensamiento divergente en el aula de Educación Infantil
Si ambas son correctas, ¿se valora más dar una respuesta esperada o una divergente?

Tal y como ha sucedido en muchas ocasiones, a veces los alumnos se adelantan al sistema. Recordemos a Van Gogh, quien sólo vendió dos cuadros en toda su vida; Steve Jobs, fundador de Apple, quien tuvo de dejar la Universidad por falta de medios económicos; Amenábar fue expulsado de la institución educativa donde se formaba en el Séptimo Arte, o Dalí, quien no fue admitido en la Escuela de Bellas Artes. Hoy son consideradas personalidades creativas, genios, talentos, emprendedores, maestros. Este hecho evidencia que algo falla cuando en el sistema educativo o la sociedad no tienen cabida las inquietudes o las distintas formas de pensar de algunas personas, determinando el éxito como la única meta, cuando del fracaso también se aprende. Un buen ejemplo es Silicon Valley (California), donde los jóvenes emprendedores están orgullosos de los fracasos, considerados como oportunidades para aprender.

El gran riesgo de dirigir la enseñanza hacia la respuesta única, encorseta a los alumnos, provoca el fracaso escolar bajo profecías autocumplidas de una escuela que no ha entendido el fin último de la educación: formar a personas.

En plena sociedad de servicios y de la información en que nos encontramos desde el Siglo XX, el motor es la creatividad y la generación de nuevas ideas. Sin embargo, los resultados educativos continúan mostrando algunos puntos débiles en la enseñanza para dar respuesta a la diversidad de pensamiento, ya que la búsqueda de la respuesta tradicionalmente considerada correcta no permite a los alumnos adoptar nuevas perspectivas para desenvolverse y manejar las nuevas realidades que vienen de la mano de los vertiginosos cambios de la sociedad.

En base al estudio de Gerver & Jarman (2000) sobre el pensamiento divergente, si somos capaces de interpretar una pregunta de varias maneras, o de encontrar cientos 1 de soluciones a un problema, podremos llegar a tener valiosas ideas originales, sin el imperativo de tener un coeficiente intelectual determinado.

El tipo de pensamiento predominante en nuestra sociedad actual es el denominado pensamiento convergente, lógico, vertical, lineal, automático, racional o convencional, según tomemos en consideración la definición de un autor u otros. Este tipo de pensamiento da lugar a una respuesta, considerada como la solución válida y única, correcta, más aceptada o convencional. Se emplea para resolver problemas bien definidos y es susceptible de medición a través de los test de inteligencia, en los que se espera que la persona siga determinados patrones comunes de resolución de forma unidireccional.

Por otro lado, el pensamiento divergente, horizontal, deliberado, creativo o lateral, también susceptible de medición mediante los test de creatividad, consiste en explorar las ideas, buscando diversas posibilidades alternativas para solucionar un problema, dando lugar a múltiples respuestas o interpretaciones a una cuestión. De Bono (1993, págs. 47-55) cita como algunas de las características del pensamiento lateral que se trata de un “proceso probabilístico, no finito, y que utiliza la información como medio y no como fin”. Es una capacidad necesaria para adquirir la competencia creativa o la capacidad creadora, tal como afirma Robinson (2010) 2: “En el pensamiento divergente está la semilla de la creatividad”. De ahí que esta capacidad se asocie con la innovación o la invención, que posibilita a los individuos componer una bella sinfonía, pintar una delicada obra de arte, escribir un original libro, formular en términos matemáticos un fenómeno, etc.

Sin embargo, pensamiento divergente y convergente no son conceptos opuestos, sino complementarios. Mientras el primero explora múltiples soluciones a un problema o crea ideas nuevas, el segundo selecciona la solución idónea de entre dichas alternativas, o desarrolla y aplica la idea. De hecho, la divergencia es necesaria para crear cosas nuevas y cambiar los puntos de vista, para llegar después a converger en un fin común.

Propongo una batería de actividades innovadoras para estimular la capacidad creadora en las aulas, siguiendo las fases del Enfoque Globalizador (Zabala, 1999) y pudiendo ser adaptada a cualquier método globalizado de la enseñanza: Centros de interés de Decroly (2007), Método de proyectos de Kilpatrick (1951), Investigación del medio, Proyectos de trabajo global, o simplemente para hacer uso de las actividades para enriquecer situaciones de enseñanza concretas. Se trata de producir ideas, escapando de las limitaciones y bloqueos del pensamiento obvio.

Aplicado en otros ámbitos, como el empresarial y social, nos situaremos quizá en un punto de inflexión hacia nuevos paradigmas educativos.

María Fau De Casa-Juana Muñoz
CEIP Rosalía de Castro, de Móstoles

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