"And the winner is"…


And the winner is…

fernandoweb

Fernando Martín Ferreras
Delegado de ANPE-Madrid

 


El Global Teacher Prize es un premio anual de 1 millón de dólares de la Fundación Varkey entregado a un/a maestro/a innovador/a y comprometido/a que haya tenido un impacto inspirador en su alumnado y en su comunidad.

El ganador o la ganadora es elegido/a por la importante Academia del Global Teacher Prize, compuesta por directores de escuela, expertos en educación, comentaristas, periodistas, funcionarios públicos, emprendedores tecnológicos, directores de empresas y científicos de todo el mundo. (Fuente: Wikipedia).

 

Este premio de unos años para acá (lleva tres ediciones) se ha convertido en foco mediático, al menos en España, a raíz de encontrarnos en sus ediciones con representantes de nuestro país.

No seré yo quien dude de la capacidad de nuestros docentes elegidos, pero sí que me gustaría incidir en el perfil de quienes son objeto de alabanzas por parte de un jurado compuesto, como antes he reflejado, en su inmensa mayoría por personas ajenas al ejercicio de la docencia de la franja de edad exigida a los candidatos.

El perfil es el de un maestro “innovador y comprometido”, que para este jurado parece ser alguien que apuesta por el efectismo en sus clases más allá de la capacidad de mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje, siendo de esta manera “innovador” frente a “tradicional”. Creo que la gran mayoría de los docentes de este país lo son, y lo son porque más allá de hacer trucos de magia, vídeos en YouTube o tocar el cajón flamenco son capaces de dar lo mejor de sí mismos cada día que pisan su centro educativo, de emplear —pese a las trabas burocráticas, excesivas ratios, familias poco colaboradoras o alumnos disruptivos— todos sus recursos pedagógicos y la experiencia adquirida, sin alardes asombrosos y adaptándolos al grupo, al individuo, al momento concreto y al objetivo propuesto, para sacar lo mejor de su alumnado. Un docente está innovando desde el momento en que adapta sus propuestas al interés de los alumnos, a sus conocimientos previos o a sus necesidades. Y eso lo hace cada día, planificando, aplicando y evaluando los resultados.

El trabajo abnegado, serio
y profesional no vende

También esos docentes son “comprometidos”. Todos lo son. Es imposible realizar este trabajo de una forma aséptica. La implicación emocional con todos nuestros alumnos es precisamente uno de los aspectos que más contribuyen al “síndrome del profesor quemado”. El docente trabaja en unas condiciones muy mejorables, consiguiendo, esta vez sí, “un impacto inspirador en su alumnado y en su comunidad”. Todos conocemos maestros y profesores que han sido para nosotros ejemplos e inspiradores de nuestra trayectoria vital y tal vez ahora estemos realizando este trabajo gracias a don Manuel o a doña Mercedes, a los que desde pequeños quisimos imitar.

El trabajo abnegado, serio y profesional no vende. Solo si lo adornamos con prácticas “innovadoras” de dudosa eficacia, pero con denominaciones “modernas” (en inglés, por supuesto, porque de lo contrario no resultan atractivas), este trabajo llamará la atención de ese jurado tan poco experto y de los medios de comunicación.

El objetivo de todo esto está más oculto de lo que parece. La labor docente la puede realizar cualquiera que sea ingenioso o que utilice prácticas que resulten divertidas o al menos poco exigentes, aunque no domine la materia que debe impartir e independientemente del resultado obtenido. Incluso el docente que no se pliegue a esas dinámicas será tachado de carca, desfasado o poco profesional.

Hemos creado la corriente de opinión que nos interesa. Obtenemos una ciudadanía a la que no se le ha exigido ni formado en el esfuerzo, la constancia o el valor del conocimiento, y relegamos a la escuela al papel de simple lugar de entretenimiento, donde es más importante la felicidad de los alumnos que los conocimientos que adquieran.

No busquéis en las noticias a un docente que curso tras curso, en cualquier aula de una escuela pública, consigue tirar de un grupo numeroso de alumnos desde septiembre hasta junio, pese a todas las dificultades. Nunca ganará este premio, ni tan siquiera será nominado. No interesa. No le interesa. En el reconocimiento de ellos o de sus padres, nunca de la Administración, tiene su premio.